Existen distintos tipos de préstamos bancarios, y hoy hablaremos de los préstamos con aval, una opción interesante para las personas que recién comienzan su historial crediticio o ya lo tienen pero están en ASNEF. Veremos qué son los préstamos con aval, qué tipos de préstamos hay en esta categoría, qué cosas pueden darse como garantía de pago y qué debemos tener en cuenta antes de avalar un préstamo.

¿Qué son préstamos con aval?

Cuando una persona solicita un préstamo o crédito, el banco o empresa financiera investiga el historial crediticio de la persona en ASNEF y otros registros crediticos. Si resulta que la persona está en un fichero de morosidad es casi seguro que le nieguen la solicitud. Sin embargo, dependiendo de las razones por las que esté negativo en ASNEF, el banco le puede ofrecer otra alternativa: un préstamo con aval.

Los préstamos con aval son un tipo de financiación destinado a las personas que no cumplen por completo los requisitos que exige el banco para aprobar la financiación. Algunos de los casos que se pueden dar para que el banco solicite un aval al solicitante son:

  • Se encuentra en un fichero de ASNEF u otra lista de morosidad.
  • Está desempleado.
  • Es muy joven y aún no tiene historial crediticio.
  • Sus ingresos no son suficientes para la cantidad que solicita.
  • Tiene su capacidad de endeudamiento al límite.
  • Es trabajador independiente o tiene ingresos variables.
  • Es un cliente de alto riesgo por la actividad laboral que realiza.
  • Necesita más dinero del que se le podría aprobar sin aval.

El objetivo de los préstamos con aval es ofrecer a las personas en estas condiciones una forma de obtener financiación a cambio de dejar una garantía de pago al banco. De esta forma, el riesgo que asume la entidad disminuye considerablemente, ya que si el deudor incumple el pago y se cumplen los términos del contrato, el patrimonio dejado como garantía pasará a ser propiedad del banco para que este haga frente a la deuda a través de dicho activo.

Existen tres clasificaciones en las que se pueden incluir las garantías que una persona puede presentar para avalar un préstamo o crédito:

Garantía real

Se llama garantía real a cualquier bien patrimonial, tangible o intangible, que sea propiedad del deudor y que este ponga como garantía del pago del préstamo. Un ejemplo muy común se ve en las hipotecas, en las que la garantía de pago es la vivienda en sí misma. Si el deudor incumple el contrato, la propiedad pasará a ser del banco. La persona también puede poner como aval vehículos particulares o comerciales, terrenos u otros bienes inmuebles, joyas y efectos de valor, entre otros. Estos son ejemplos de bienes tangibles que el cliente ofrece como garantía de pago y su valor está sujeto a evaluación del banco.

Otros bienes patrimoniales que pueden colocarse como avales son los depósitos bancarios, fideicomisos o inversiones en bonos. Estos productos, al ser dinero en efectivo que es propiedad del deudor, funcionan de igual forma como un aval de pago. A esto se le conoce como aval financiero.

Garantía personal o avalista

En este caso, el aval del deudor no es un bien mueble o inmueble sino una persona que asume la responsabilidad de pagar a la entidad si el deudor incumple su obligación. El avalista, ya sea persona física o jurídica, se compromete por escrito en un contrato a pagar el préstamo adquirido por el deudor si este incumple sus pagos en un tiempo razonable y dentro de los términos el contrato. Es por ello que debe estar en una situación financiera óptima para realizar esta función. Los riesgos de ser un avalista son evidentes, ya que esta persona debe depositar total confianza en que su avalado pagará su deuda. De hecho, ya el simple hecho de que el banco le haya pedido un aval al cliente es un indicativo de que su situación financiera no es la más adecuada para endeudarse.

El avalista se compromete con todo su patrimonio, presente y futuro, de manera que puede ser hasta embargado. Claro está, el banco primero hará una investigación de las razones por las que el deudor dejó de pagar y cuál es su situación financiera en ese momento. Si resulta que tiene bienes embargables, será el deudor quien sufrirá esta consecuencia. Pero si resulta que está en bancarrota, será el avalista el responsable de pagar la deuda, asumiendo la cuota mensual y el plazo restantes. Si el avalista incumple este deber o no tiene liquidez inmediata, deberá responder con sus propios bienes patrimoniales. Por otra parte, el avalista pone en juego su propia capacidad de endeudamiento. Al ser aval de alguien, esta deuda se registra como parte de los compromisos financieros del avalista, por lo que se reduce su propio límite de endeudamiento. Lo que es más, el avalista no puede retractarse de su compromiso y, en caso de fallecimiento del deudor, hereda la deuda. Y si incumple su función, quedará registrado en ASNEF como moroso.

Aval bancario

Por último tenemos el aval bancario, que se da cuando una entidad bancaria se hace responsable como avalista del deudor, por lo general un cliente. De acuerdo con el Banco de España, estos avalistas no prestan el dinero al deudor sino que asumen el riesgo de hacer frente a la deuda del cliente en caso de que este incumpla su compromiso.

¿Préstamo con garantía hipotecaria o préstamo hipotecario? ¿Cuál es la diferencia?

Hemos visto que los avales funcionan como una garantía para el banco de que podrá recuperar tanto su capital como los intereses de la deuda. También pusimos el ejemplo de las hipotecas, donde el inmueble hipotecado es la garantía del banco. Ahora bien, en los préstamos con garantía hipotecaria, el aval es un inmueble del cual el cliente ya sea dueño. Se trata de una de las máximas garantías que se pueden entregar y la ventaja es que el préstamo es de libre consumo, es decir, no tiene que ser para un fin específico.

Los préstamos con garantía hipotecaria conllevan un alto riesgo, pero es una alternativa cuando están en juego algo más grande y rentable que está planificado con cuidado. Además, se caracterizan por ser un tipo de financiación que acepta personas que tienen fichero en ASNEF. Estos préstamos son del tipo personal, es decir, el cliente no tiene necesidad de justificar para qué usará el dinero, y es una de las características que comparte con otros tipos de préstamos con aval.


Ventajas de los préstamos con aval

Como hemos visto, los préstamos con aval son una alternativa para personas cuyo perfil no es precisamente el más atractivo para los bancos. Pongamos un ejemplo de una situación en la que un préstamo con aval resultaría conveniente:

Pablo es un trabajador independiente que tiene un local comercial que ha sucumbido ante las caídas en las ventas o la escasez de materia prima. El local está hipotecado y si no paga pronto, podría perderlo. Entonces decide solicitar un préstamo al banco poniendo como aval su vehículo.

Decide ponerlo como aval en lugar de venderlo porque tiene la posibilidad de no perderlo y, además, solucionar su problema de liquidez. El banco acepta el vehículo y aprueba el préstamo, dinero con el cual paga las cargas de su negocio e invierte para que siga produciendo.

Es un ejemplo sencillo pero que ilustra que, aunque se asume el riesgo de perder el bien puesto en garantía, también puede ser una forma de afrontar los problemas financieros inmediatos y, además, tener la posibilidad de recuperar dicha posesión.

¡Cuidado con los préstamos con aval fraudulentos!

Como explicamos en nuestro post “4 consejos para reconocer los préstamos fraudulentos”, una de las estrategias que usan los estafadores para robar a sus víctimas es disfrazar el supuesto préstamo con un préstamo con aval. Cuando la táctica de solicitar un porcentaje del dinero como adelanto para cubrir gastos administrativos mientras “liberan el crédito” no funciona, recurren a la táctica de solicitar un aval.

En este punto, le dicen a la persona que si no puede cubrir el pago administrativo puede sustituirlo por una garantía de algún bien patrimonial. Al hacerlo, la persona prácticamente cede a los estafadores sus bienes y son timados. Por eso, ¡cuídate de los estafadores!

Conclusión

En resumen, los préstamos con aval son una opción de financiamiento para aquellos clientes que no cumplen con las condiciones para ser sujeto de crédito, pero que tienen algo qué ofrecer al banco. Otra ventaja de los préstamos con aval es que el banco estará más dispuesto a prestarte el dinero, ya que está cubierto ante el impago.

Además, incluso cuando el cliente cumple con tener un historial crediticio positivo y cumple los demás requisitos para ser sujeto de crédito, es posible que pueda ofrecer un aval para obtener un préstamo más alto.

Recuerda nunca aceptar una oferta de este ni ningún otro tipo de préstamo que te llegue a través de un correo electrónico, un mensaje o llamada, incluso si parece provenir de tu banco; podría tratarse de un fraude.


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